lunes, 27 de diciembre de 2010

Historia: Los caballos del Renacimiento








Para llegar a los caballos de "mármol y bronce" del Renacimiento no hay más remedio que pasar por la "estatua ecuestre" del emperador Marco Aurelio del Capitolio de Roma, ya que "ahí" beben los artistas renacentistas que poco a poco llenaron las plazas de Italia de monumentos... Como para entender el movimiento artístico que revolucionó aquella Europa de los siglos XIV y XV hay que seguir los pasos de la familia florentina de los Médicis.

Pero antes de hablar de Lorenzo el Magnífico, de los Pisanos, de Donatello, el Verrochio, etcétera, conviene decir algo sobre los caballos naturales de aquella Italia señorial, principesca y condottieri..., pues ellos son los que a la postre sirven de modelo a los artistas y los que quedan inmortalizados para la posteridad.

¿Cómo eran aquellos caballos que ven los ojos de Leonardo, de Miguel Ángel, de Filipo Lippi, de Rosello, de Sangallo, de Signerelli, de Michelozzo, de Giotto, de Gozzoli, de Botticelli, del Perugino, de Mantenga, de los Bellini, de Rafael, del Veronés, de Tintoretto..., y toda la pléyade que transforma, conmociona y revoluciona la pintura, la escultura y la arquitectura del mundo occidental?

Mucho se ha hablado de esos caballos y sus "extrañas formas" (como después se haría en España con los caballos velazqueños), de su gordura anormal y de sus "imposibles posturas y movimientos" y, sin embargo, la verdad es que aquellos caballos eran apuntes tomados del natural y fiel reflejo de los que veían los artistas. Porque fuerte y musculoso, de cabeza fina y cuartos traseros poderosos es el avelignese de los Alpes y los Apeninos; fuerte, resistente y pesado es el maremmano; poderoso, elegante y fuerte es el murgese, y sólido como ninguno el calabrés ("El calabrés -dice Carolina Silven- es un caballo bonito, de peso medio, que se cría en el sur de Italia. Su cabeza es pequeña y viva, mientras que el cuerpo es robusto, con fuertes cuartos traseros y, en general, formas redondas")... Luego habría que hablar del toscano, un caballo de cabeza fina y larga, con hocico ahusado, orejas de longitud media, cuello corto y crestado frecuentemente por la parte de abajo, hombros poderosos, patas resistentes y grandes articulaciones, normalmente alazán o ruano con crines y cola doradas y movimientos rápidos y enérgicos que lo convierten en un espectáculo. (Del napolitano hablaremos en otro lugar, dada su influencia en los actuales caballos españoles.)

¡Son los caballos del Trecento, el Quattrocento y el Cinquecento!... ¡Son los caballos del Renacimiento!... Los mismos que vieron nacer en 1449 a Lorenzo de Médicis, el Magnífico, y aparecen en la bandeja conmemorativa de la efemérides sobre dibujo de Doménico Veneziano. Los que Benozzo Gozzoli pintó en su famoso fresco La comitiva de los Magos. Por cierto, que viendo estos caballos y la magnificencia de los trajes de los jinetes cualquiera puede hacerse buena idea de lo que debieron de ser los torneos ecuestres de la Florencia renacentista y en especial el que Pedro de Médicis el Gotoso convoca con motivo del compromiso matrimonial de su hijo Lorenzo... ("En el torneo realizado en la plaza de Santa Cruz -escribe María Luisa Rizzatti- participan, con trajes fastuosos, los jóvenes más brillantes de Florencia. Pero Lorenzo los supera a todos: hasta la gualdrapa de su corcel va adornada con perlas: un diamante centellea en el centro de su coraza y las plumas de su yelmo están sujetas por rubíes...") Aquel día de febrero de 1469 el joven Lorenzo montaba un caballo armiño enjaezado en oro, terciopelo y brillantes que al parecer respondía al nombre de Arista (el "mejor") o Palle, palabras ambas de claro sabor florentino, pues "Palle, Palle" era la consigna de los Médicis y "Arista" llamaron los cardenales del Concilio de 1430 al exquisito asado de cerdo de la ciudad renacentista por excelencia.

Pero las primeras y más importantes "estatuas ecuestres" del Renacimiento son las de Cangrande, de la Scala de Verona; la del condottiere Gattamelata de Padua y la del condottiere de Colleone, de Venecia. Sobre todo la de Donatello, el más terminado retrato ecuestre escultórico de movimiento que protegen y auspician los Médicis. ¿Y cómo es el caballo del precursor de Miguel Ángel? Si nos atenemos a la obra en sí, un gigante de bronce que certifica la calidad y las proporciones a que había llegado la fundición florentina en el siglo XV. Si vamos más allá, un verdadero ejemplo quizá de cruce entre avelignese y napolitano (incluso por la corta cola).

Después de estos equinos de bronce y mármol aparecen los caballos de Botticelli o, mejor dicho, el caballo blanco que ilustra la historia de "Nastagio degli Honesti" del Decamerón, de Bocaccio. ("Nastagio, desesperado por el desdén de la que no quiere ser su prometida, marcha a un pinar próximo a la ciudad donde se ve sorprendido por el espectáculo de otro enamorado que, habiéndose quitado la vida en análogas circunstancias, ha sido condenado a perseguir eternamente a su amada y arrancarle el corazón, organiza en aquel lugar una comida a la que invita a la desdeñosa joven, quien, aleccionada por el espectáculo, que no tarda en reproducirse ante su vista, accede a los deseos de Nastasio. El banquete de bodas, que es el tema de la cuarta tabla que no está en el Museo del Prado, de Madrid, se celebra con una pompa renacentista del Cinquecento...")

Botticelli llegó a ser un gran conocedor de la anatomía equina, como lo demuestra el dibujo de un combate de caballería que hizo para el canto X del Purgatorio dantesco, aunque sus caballos fuesen siempre toscanos. Una vieja leyenda cuenta que Botticelli salvó su vida en los peores momentos de Savonarola gracias a un hermoso y noble caballo de esta raza y que fue ese animal el que le sirvió de "modelo".

Bueno, y ahora tendríamos que hablar de Leonardo da Vinci... pero ¿quién se atreve a encerrar el arte y la sabiduría del genio del Renacimiento en unas cuantas líneas? Leonardo se merece algo especial.

Fuente: "Caballos, historia, mito y leyenda" de Julio Merino. Ed. Compañía Literaria, S.L., 1996. Páginas: 188-192.

Para saber más:


2 comentarios:

  1. A mi me encantan los caballos!!!!
    Hace poco abri un blog sobre caballos, por favor echadle un vistazo: http://the-super-blog-of-horses.blogspot.com/

    Buen blog.

    #Jade#

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  2. En un mundo de traiciones, no funciona el perro es el mejor amigo del hombre, es mejo sentir predilección por el caballo, ademas que asusta por su valentía y velocidad, tiene sangre de lealtad con su dueño.

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